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El Fast and Furious cubano

La saga Fast and Furious bien podría haberse filmado íntegramente en Cuba. Sus personajes manejan auténticos bólidos modificados por ellos mismos y disputan carreras ilegales que podrían haberse inspirado a las celebradas en las carreteras cubanas.

En Cuba las competiciones de autos fueron prohibidas en 1962 por no ser "compatible con el ideal comunista", tras la Revolución castrista. Hasta 1960 y tan sólo durante tres años, se celebró en las calles de La Habana el Gran Premio de Cuba. Entonces, bajo el gobierno de Batista, el objetivo era atraer a turistas estadounidenses. 

Ahora, gracias a los clubes de automovilismo, las carreras siguen vigentes. Aunque reciben el mismo nombre, los aficionados solicitan permisos a la policía o se les paga para celebrar carreras ilegales de forma segura. Estas tienen en lugar en carreteras cortadas, con los carriles separados y los aficionados mantienen un espacio de seguridad.

Sin embargo, la mayoría no están respaldadas por las autoridades. Se celebran sin darles aviso, en carreteras normalmente anchas y largas, pero con el riesgo de hacerlo sin cortar el tráfico. Cuando la policía aparece, si consiguen atrapar a los conductores, les decomisan el carro.

Esta práctica es elitista. Son pocos quienes pueden permitirse un carro acondicionado para las carreras. Pero no veremos potentes deportivos, luces de neón o la última tecnología. Debido a la ley que prohíbe la importación de carros, estas carreras son también una muestra de la pasión que estos aficionados sienten por el automovilismo.

Los desafíos enfrentan a conductores al volante de antiguos autos de los años 30, renovados y modificados por sus dueños para vivir este deporte de forma más intensa. Pero nada frena a estos apasionados del motor. Ni siquiera las maltrechas carreteras cubanas, llenas de baches.

El siguiente paso y por el que están luchando los clubes es que se celebren campeonatos autorizados. El documental Havana Motor Club puso de manifesto esta situación al mismo tiempo que repasaba la historia del automovilismo en la isla. El primero de estos campeonatos iba tener lugar en el año 2012, pero la proximidad con la visita del Papa Benedicto XVI, terminó provocando su suspensión.

Después el Gobierno cubano olvidó la idea y nunca más se volvió a saber de ella.