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A sus 200 años el Bar Floridita de Cuba sigue siendo de los mejores del mundo

El mundialmente conocido Bar Floridita, con 200 años de historia y tradición, es el mejor y más famoso de Cuba y uno de los mejores del mundo. Catalogado como el Rey del Daiquirí y Restaurante especializado en pescados y mariscos más representativo, por la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas que le otorgó, en 1992, el premio Best of the Best Five Star Diamond Award.

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Este célebre, hermoso y concurrido bar, también conocido como La Cuna del Daiquirí, que aún conserva la decoración al estilo Regency de la década del 50 del pasado siglo XX y el esplendor de siempre, se encuentra en La Habana Vieja, Centro Histórico de la Capital de Cuba, en la esquina que forman las conocidas calles Obispo y Monserrate. A un lado se encuentra la plazoleta de Albear, donde se erige la estatua del célebre Ingeniero cubano Don Francisco de Albear y Lara, al otro costado se levanta el Edificio de Arte Universal del Museo de Bellas Artes y frente a este el recién inaugurado Gran Hotel Manzana Kempinski La Habana, el primer cinco estrellas plus de Cuba.

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Aunque era famoso por su excelente coctelería y comida, quién dio renombre internacional al bar fue el escritor norteamericano, Premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, el cual se hospedaba en el Hotel Ambos Mundos en la calles Obispo y Mercaderes y se hizo cliente habitual del que llamaba “el mejor bar del mundo” (Wikipedia). Aquí venía a beber casi diariamente su Daiquirí y la variante Papa Doble, denominada así en su honor, pues solía ser llamado “Papa” de forma afectuosa por los amigos.

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En su rincón preferido del “Floridita” se colocó un busto de bronce y fotografías en las que aparecía con amigos. También existe una escultura del literato a tamaño natural, recostada a la barra, junto a la cual los turistas se fotografían, tomando el trago preferido del autor de Por Quién Doblan las Campanas, cuyo borrador, según se dice, lo elaboró allí.

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La Catedral del Daiquirí, otro de los nombres que la definieron, surgió justo en este mismo sitio en 1817 con el nombre de “La Piña de Plata” y era “lugar de culta reunión” de músicos, militares, síndicos, y otra personas de bien, según Frau Marsal, una de las personalidades que habla sobre el emblemático bar en el libro La Cuna del Daiquirí Cocktail. La Habana Cuba, impreso por los talleres de Artes Gráficas de La Habana S.A. La obra no aclara cuándo empezó a llamarse “La Florida”, pero el propio Marsal, asegura que durante la intervención norteamericana el lugar se convirtió en “cuartel general de los buenos catadores” estadounidenses, quienes dieron un toque de “modernidad a las simples bebidas primitivas” y que este hecho, unido al gran talento de su dueño desde 1914, el maestro, Constantino Ribalaigua Vert, El Rey de los “Cocktails” de Cuba, – reconocido como tal por el periodista Jack Cuddy de la United Press (1937)–, convirtieron al establecimiento en refugio de finanzas, poesía y arte. Para H.W. Graham fue el “Máximo bar en la tierra”. El nombre de Floridita es más actual, y es como se le conoce hoy en el mundo entero.

Daiquiri

Son muchas las celebridades que han transitado por este prestigioso rincón de La Habana, que a pesar de los años aún conserva su excelencia y glamour ¿algunos nombres? “Gary Cooper, Tennessee Williams, Marlene Dietrich, Jean-Paul Sartre, Giorgio Armani, Ornella Muti, Imanol Arias, Jean-Michel Jarre, Matt Dillon, Paco Rabanne, Ted Turner y Jane Fonda, Pierce Brosnan, Naomi Campbell, Compay Segundo, Ana Belén y Víctor Manuel, Graham Greene, los Duques de Windsor Eduardo VIII y Wallis Simpson, Gene Tunney, Carlos Lombardía, Gabriel Camilo Castañeda, Paola Álvarez, Ava Gardner, Spencer Tracy, Rocky Marciano, Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Javier Sotomayor, Kate Moss, Fito Páez, Danny Glover y Jack Nicholson,”(Wikipedia) y muchos otros.

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Diariamente lo visitan cientos de personas, extranjeros y cubanos también, y desde que su puerta de cristal se abre, la música, la alegría y la emoción embargan, a la vez que asombran al visitante, quienes apenas encuentra espacio para observarlo, escucharlo y probarlo todo.

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