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Fortaleza San Carlos de La Cabaña, la más grande Cuba y de América

La Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la más grande, avanzada y costosa fortificación construida por los españoles en Cuba y en toda América, donde cada noche se celebra la tradicional y famosa ceremonia del cañonazo de las nueve, se ubica contigua al Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, en la entrada de la Bahía de La Habana.

Cabaña 1

La Cabaña, como popularmente se le llama, forma parte desde 1992 del Parque Histórico Militar Morro Cabaña y constituye un complejo cultural integrado por varios museos, entre ellos el Monográfico. El centro posee además numerosas salas expositivas y otros espacios que son sedes de importantes eventos como La Feria Internacional del Libro y la Bienal de Artes Plásticas de La Habana.

Esta colosal fortaleza fue edificada por orden del Rey Carlos III, luego de que los españoles recuperaran La Habana en 1763, tras la toma de esta por las tropas inglesas, las cuales pudieron atacar con éxito el Morro y apoderarse de la ciudad, precisamente porque la loma de La Cabaña, contigua a este, se hallaba desprotegida. Su construcción estuvo dirigida por el ingeniero militar Silvestre Abarca y duró once años. Terminó en 1774 y completó las defensas de la ciudad con sus 700 metros de longitud y 250 de ancho que abarcan toda la citada elevación.

Cabaña 2

La edificación posee un cuerpo principal integrado por dos semibaluartes extremos, denominados San Francisco y San Lorenzo y uno central llamado San Ambrosio que están unidos por cortinas hacia tierra. Mirando al puerto tiene una escarpa maciza, por tierra está rodeado de un gran foso con dos lunetos y dos tenazas. La portada exhibe un vano en arco, tapiado desde su arranque, con dos columnas adyacentes que sostienen un remate adornado con mascarones.

En el gigantesco interior se halla los cuarteles y la plaza de armas con calles de circulación y rampas para las tropas. La capilla se encuentra en un extremo del cuartel situado al oeste. Su fachada es elegante y contrasta con los desnudos muros del conjunto arquitectónico, en cuyo extremo occidental se conserva la batería de la Divina Pastora que antecede a la construcción de la fortaleza.

Cabaña 3

En el diseño de San Carlos de La Cabaña, nombrada así en honor al rey, se aplicaron los más avanzados conceptos de la ingeniería militar del siglo XVIII. Albergó desde el comienzo a las fuerzas élites del ejército de la metrópoli en Cuba. En caso de conflicto estaba en condiciones de concentrar a 6000 soldados y su capacidad de fuego era impresionante. Poseía 120 cañones y obuses de bronce de calibres diferentes y su equipamiento pudo llegar a las 245 piezas de artillería a las que se sumaban varias armas ligeras de corto alcance. Sin embargo este aplastante arsenal no llegó a utilizarse.

Desde el siglo XVIII el lugar está ligado a la tradición del cañonazo que surgió para indicar a los habaneros el cierre de las puertas de las murallas que daban acceso a la ciudad, levantadas para protegerla de los ataques de corsarios y piratas. Al principio se abrían con un disparo a las 4 de la mañana y se cerraban con otro a las 8 de la noche. Con el tiempo el cierre se movió para las 9 pm y aun cuando las murallas dejaron de ser necesarias y se derribaron, continuó disparándose el cañón, exactamente a la misma hora, hasta el día de hoy.

Cabaña 4

La ceremonia del cañonazo de las 9 es uno de los acontecimientos más atrayentes y conocidos en La Habana. Cientos de personas, cubanos y extranjeros se reúnen cada noche poco antes de esa hora para observar a: los soldados con bucles, sombreros y trajes coloniales, (quienes son en realmente cadetes de artillería) llevando antorchas encendidas y entonando a toda voz, con peculiar cadencia, la palabra silencio, para luego anunciar el inicio del ritual, que culmina con el disparo de un cañón del siglo XVIII.

Desde el año 1992 cambió radicalmente la visión que existía de este lugar como antiguo sitio de represión, con su reapertura como un centro cultural y museístico dedicado al esparcimiento y el enriquecimiento cultural de sus visitantes, gracias a un arduo trabajo de restauración de la fortaleza organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

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