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¿Y si bailamos Chachachá?

El padre del Chachachá Enrique Jorrín, fue un notable compositor, violinista y director de orquesta, que a finales de la década de 1940 creó algunos danzones en los cuales sus músicos hacían pequeños coros. El público quedó entusiasmado y eso le estimuló a seguir innovando.

Ya en 1948, tras gustar mucho a su auditorio las variaciones que le realizó a un danzón mexicano, Jorrín decidió independizar del género las últimas partes. Entonces de esta manera nacía el Chachachá, con armonías casi bailables por sí solas y con el balance que surge entre melodías a tiempo y contratiempo.

Pero ¿quién era este hombre que revolucionaba la música cubana y ponía a bailar a buena parte del mundo con el nuevo ritmo del momento?

Enrique Jorrín había nacido en Pinar del Río, el 25 de diciembre de 1926, comenzando los estudios musicales con su padre Miguel Jorrín, sastre y clarinetista, y de quien aprendería a colocar sus pequeñas manos sobre el teclado de un viejo piano familiar que pronto quedó desahuciado.

Y como no había dinero para comprar otro, el violín de un hermano menor vendría a sustituirlo en la ya definitivamente despierta vocación musical del niño.

Luego al irse para La Habana con su familia en 1932, continuó estudios musicales en el antiguo conservatorio, actualmente Instituto Música Amadeo Roldán, y a los 15 años haría ya su debut como integrante de la Orquesta Hermanos Contreras.

Muy pronto integró otras agrupaciones, hasta llegar a la Orquesta América, con la que se daría a conocer, en los salones del edificio de Prado y Neptuno, con su primer Chachachá, el exitazo La Engañadora.

Entonces muchas disqueras, agrupaciones y algunos artistas contribuyeron a popularizar y definir el estilo interpretativo del nuevo ritmo. En particular las orquestas Sensación y Aragón, teniendo en Rafael Lay, Richard Egües y el propio Enrique Jorrín, a los culturos más destacados del sabroso baile.

Así, en tanto que los bailadores trazaban el diseño coreográfico, le sugerían al creador el nominativo del nuevo ritmo a partir del sonido que producían con los pies cuando se dejaban llevar por la música.

Entonces, con la irrupción del Chachachá los famosos danzones mambeados al estilo del músico Orestes López pasaron a un segundo plano, y la orquesta tipo charanga ocupó los primeros planos, no solo en Cuba, sino en buena parte del mundo.

Cuando triunfó La Engañadora enseguida vinieron otros exitosos títulos del amplio catálogo creacional de Enrique, como El túnel, Nada para ti, Me muero y Cógele el compás.