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El Museo de La Farmacia Habanera

La Reunión o Farmacia Sarrá como se le conoció popularmente, hoy Museo de la Farmacia Habanera, es una obra colosal de extraordinaria belleza fundada en 1853 por la sociedad Catalá, Sarrá y compañía, que está ubicada en la calle Teniente Rey # 41 esquina Compostela, La Habana Vieja, centro histórico de la Capital de Cuba.

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En un antiguo suelto publicitario expuesto hoy en su estantería principal se lee: “Farmacia y Droguería Importadora La Reunión, La Mayor de Mundo”, y efectivamente, este hermoso y gigantesco establecimiento, cuyo esplendor era tan grande como su rentabilidad, llegó a convertirse el mayor negocio farmacéutico de su tiempo en América, e incluso fue reconocida como la mayor farmacia del mundo.

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Su grandeza se debió primero a Don José Sarrá Valdejulí, quien asumió el negocio como único dueño tras la muerte de su padre y lo transformó, siguiendo la moda francesa que llegó a La Habana en el último cuarto del siglo XIX, en un hermoso establecimiento con lujosos mostradores y estanterías de maderas preciosas exquisitamente talladas, con vidrieras y cristales decorativos. Con el tiempo adquirió casas hasta la esquina de Compostela, las fusionó y creó por esta calle una sofisticada oficina, conocida como escritorio, que daba acceso a un segundo nivel agregado a la farmacia, decorado con columnas de mármol rematadas con esculturas.

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Don José Sarrá Valdejulí fue vocal de la sección tercera de la Junta Superior de Instrucción Pública de Cuba, colaboró en la fundación del Colegio Farmacéutico del cual fue presidente en 1882. Su prestigio llegó a ser tal que el rey de España, Alfonso XII le concedió el título honorífico de “Farmacéutico y Droguero de la Real Casa”, y le otorgó además la facultad de utilizar en las etiquetas, muestras y facturas de la Droguería Sarrá el Escudo de Armas Reales.

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Otro dueño de la familia que dio fama y renombre a La Reunión, utilizando la publicidad hasta convertirla en la preferida de la aristocracia habanera fue Ernesto Sarrá Hernández, cuya notoriedad hizo que la droguería se conociera mayormente por su apellido, una tradición que se ha mantenido hasta hoy.

Después de 1959 fue expropiada por la Ley de Nacionalización de las Farmacias, aprobada por el gobierno comunista de la Isla. Pasó a ser la Farmacia Municipal de la Habana Vieja y se establecieron en ella la Empresa de Suministros de Medicamentos y la Industria Saúl Delgado, del Ministerio de Salud Pública de la isla.

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Para devolverle la droguería la magnificencia de que hoy hace gala se desplegó una ardua labor de restauración impulsada y monitoreada por la Oficina del Historiador de La Habana, que duró desde finales del 2000 hasta julio de 2004, año en que resurgió como Museo de la Farmacia Habanera. Admirable resultado de una minuciosa investigación histórica y bibliográfica, gracias a la cual pudo conformarse una noción general de la edificación y fue posible identificar muchos de sus detalles originales.

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La recuperación de la Farmacia Sarrá, nombre gravado sobre el piso en una de sus entradas, exigió de cada especialista involucrado en este empeño una perseverante laboriosidad que incluyó el decapado y restauración de los elementos de madera así como la reproducción de los que estaban muy deteriorados o no existían. A esto se sumaron la reconstrucción de mármoles de pisos y muebles, el rescate de pinturas murales en techos y mobiliario y la reelaboración de herrajes, luminarias –copia de las originales encargadas a Italia– y vitrales, todo ello a partir de fotografías de la época. Gracias al uso de estas imágenes pudieron imitarse de forma casi exacta los frentes del mostrador y una de las dos puertas-vidriera de cristal de la estantería principal, en la cual se exhibe en textos e imágenes la historia de este magnífico inmueble habanero.

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