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La increible historia de Cayo Esquivel, un hermoso cayo cubano del que nadie habla y que muy pocos conocen

Cayo Esquivel, es una verdadera joya de la naturaleza, caracterizada por su fina y blanquísima arena, y ubicado a sólo 10 kilómetros de Isabela de Sagua. El mismo islote que antes fuera el destino más añorado por los habitantes de Sagua la Grande, y sobre todo por quienes pudieron disfrutar de sus paradisíacas playas y sitios de veraneo hasta los primeros años de la década de 1990. ¿Qué sucedió después?

Isabela de Sagua, pequeño enclave pesquero del norte de la provincia de Villa Clara, y distante a 330 kilómetros de La Habana, un día fue reconocida como “la Venecia de Cuba”, a partir de su pintoresca estructura sostenida por pilotes de madera enclavados en el mar. Pero con el paso del tiempo, la desidia y el abandono, el que fuera un importante puerto pesquero perdió sus fulgores.

Algo similar sucedió con Cayo Esquivel, un sitio que si bien fue vulnerable a las tormentas y ciclones, nunca se vio desprovisto de vida, pues los habitantes de Sagua La Grande fabricaron por más de 50 años casas de verano, hoteles y hasta centros recreativos en aquellas costas privilegiadas.

Y no era de extrañar, pues se trata de una zona encantadora, sus mares habitados por delfines y cercana a otras islas del archipiélago Jardines del Rey, el más extenso de los cuatro que rodean a Cuba y donde hoy radican tantos polos turísticos dedicados a la industria de la recreación.

Sin embargo, fue en 1962 cuando los bulldosers arrancaron cada una de las cabañitas y casas que de forma natural e individual se habían erigido allí, para conformar uno de los mejores resortes de Cuba.

Poco a poco el sitio fue cayendo en el abandono, para posteriormente, ya en los 80 fuera retomado como campismo, y conectado a tierra firme mediante un ferry, al que se reservaba con mucho tiempo de antelación para ir en familia un día, de ida y vuelta.

La nostalgia por aquellas playas, que según los sagüeros más viejos “eran mucho mejor que las de Varadero”, permanece en el corazón y espíritu de los habitantes de esta llamativa ciudad. Muchos tuvieron en su fina arena el primer beso de amor, y otros pasaron alli los mejores veranos de su vida.

Después de los 90, llegó el olvido, “como si hubiera desaparecido del mapa”, señalan algunos. Este espléndido lugar lleva 25 años vedado a quienes un día lo tuvieron como su playa predilecta. Hoy los vecinos de Sagua e Isabela, no lo olvidan, y hoy sólo tienen noticias de él por los pescadores que varan en el islote para refugiarse de tormentas o para reparar sus naves cuando presentan desperfectos.

Algunos dicen que se impidió visitar estas playas a partir de las salidas ilegales del país, otros aseguran que alguna "alta figura" se enamoró del sitio y lo quiso solo para sí, pero lo cierto es que este precioso lugar quedó en el abandono total, solo visitado por los muchos delfines que lo pueblan.

Sin embargo, a pesar de los años y el aparente olvido El Esquivel es parte de Cuba y parte de Sagua y su gente, quienes añoran aquellos días en los que tenían el privilegio de visitarlo y olvidarse de las preocupaciones, los problemas de la cotidianeidad laboral o familiar y abandonarse al descanso contemplativo de un lugar casi mágico.

Una realidad que ya estamos en condiciones de tocar con la mano, pero es necesaria la voluntad de aquellos que lideran y representan hoy a los que habitan este territorio del centro norte de Cuba. El Esquivel aún está ahí, los mapas lo reflejan y la gente lo evoca y espera visitarlo nuevamente.

Hoy se ha anunciado que muy pronto Esquivel se sumará, a la explotación turística de Villa Clara, después de un proceso constructivo que permitirá la edificación de mil 200 habitaciones nuevas. ¿Será acaso la nueva oportunidad para posicionar ese edén sagüero en el mapa de la memoria?