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¡Espectacular! Los Carnavales de Santiago, entre los mejores de Cuba del Caribe

Son los días finales de julio, a pesar de las altas temperaturas, el mejor momento para visitar y descubrir la preciosa Santiago de Cuba, la misma que una vez fuera capital de la isla, y que se ha mantenido como segunda urbe en importancia de la isla. El séptimo mes del año acoge en esta urbe, a golpe de cornetas chinas, tumbadoras y timbales el mayor festejo de la ciudad.

Situada casi en el extremo oriental del país, Santiago es considerada la más caribeña de las ciudades cubanas, y muy a menudo se le identifica de hecho como Capital del Caribe. Ello en buena medida se debe al envidiable acervo cultural que atesora la vetusta villa.

En particular sus carnavales, son considerados una de las Tres Principales Fiestas Nacionales, junto a las Parrandas de Remedios y las Charangas de Bejucal, y en esa tríada sin lugar a dudas ocupan el primer puesto en cuanto a la explosiva concurrencia y sabor que los distingue.

Y es que el Carnaval de Santiago de Cuba tuvo un origen y motivaciones distintos a los de otras partes de la isla, pues a diferencia del carnaval de La Habana, por ejemplo, en ellos se alcanza una fiesta de participación más abrumadora e igualitaria.

Digamos, que no tiene el componente de espectáculo contemplativo, con un público que mira desde la talanquera la carroza o el trabajo de plaza. En este carnaval la gente participa como espectador activo de un constructo que es el propio festejo en sí.

Con sus tradiciones y actuales aportes, esta festividad conserva intactos sus misterios y encantos. Todo el pueblo se lanza a las calles a gozar del momento, con sus ritos ceremoniales, sus mitologías, bailes, músicas, canticos, leyendas y fábulas milenarias, procedentes de los ancestros africanos.

Siendo el más loco, explosivo y desenfrenado de los carnavales cubanos, la fama del carnaval en Santiago de Cuba recorre Cuba se deja sentir en todo el mundo con su ritmo, colorido e intensidad indescriptible.

Cada vez son más los turistas que se suman al jolgorio, contagiados por la música y baile que envuelve a la inquietante y cálida capital de Oriente. Una ciudad que durante varios días se entrega en cuerpo y alma, a los deleites de goce, el amor y el desenfreno.

Los paseos de comparsas y congas traen consigo la seducción de los trajes, los coloridos y el equilibrio en las coreografías de La Placita, La Textilera, Heredia y Sueño, que inundan cada año la larga avenida Vitoriano Garzón.

Las raíces de tan admirable suceso deben buscarse en la época colonial con las procesiones religiosas, en honor al santo patrón Santiago Apóstol, que da nombre a ciudad. En aquellos años los vecinos de la villa fundada por Diego Velázquez de Cuéllar, andaban las principales calles en torno a La Catedral.

Ya en el siglo XVIII la fuerte inmigración francesa proveniente de la isla de Santo Domingo llega acompañada de sus esclavos haitianos. Estos últimos estaban constituidos en cabildos, y al asentarse en Santiago de Cuba fundan las Tumbas Francesas, unas sociedades de baile, que se incorporaron a las antiguas celebraciones de la villa aportándole sus bailes coreografíasy cánticos negros.

En ese admirable mestizaje se fue asentando la tradición carnavalesca, con una predominancia del componente africano, pero conservando la fecha de realización, a partir del santoral católico. Aunque oficialmente los cabildos cambiaron de denominación, particularmente se les siguió conociendo con los antiguos nombres: el Cabildo Cocoyé, el Cabildo Congo, el Cabildo de Santa Bárbara, el Cabildo Viví, y los Cabildos Carabalíes de Izuama y Olugo.

Pero como los únicos emigrantes no fueron los colonos haitianos con sus dotes, especial mención hay que hacerle también a la corneta china, llegada en 1912 con los emigrados cantoneses. Ese instrumento pequeño de tono agudo, de solo cinco notas y un timbre realmente gangoso que se asemeja al de la gaita, se posicionó, ¡y de qué manera!, dentro de la tradición músico danzaría santiaguera.

Se le suman los tambores, el quinto, la campana, y otros instrumentos artesanales, que terminan arrastrando consigo a una extraordinaria multitud de personas, que marcan el compás de la música con el arrastre melodioso de sus piernas y el típico paso que cada lugareño conoce desde la cuna.

Adornado cada año con iniciativas propias del ingenio y la creatividad popular, El Carnaval de Santiago constituye el más gran evento cultural del oriente de la isla y uno de los tres más importantes del país. La invitación está hecha, desde una de esas congas que en su estribillo invita a cada uno de los cubanos, esté donde esté, para que se vaya ¡hasta Santiago a pie!